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No es por no ir

Prioridades, pirámides y otras formas geométricas.


Que las prioridades en la vida de las personas han cambiado, no es ninguna novedad. Existe una transformación en aquello que queremos y en lo que necesitamos, una revolución que cambia de lleno el juego en el mundo laboral y en cómo gestionamos el talento.


¿Por qué la respuesta es "no" a un trabajo o a una oferta? ¿Por qué se rechaza? ¿Por qué se abandona?


Comencemos por lo esencial, si la compensación es inadecuada y no se ajusta a la experiencia, habilidades y al esfuerzo, es más que probable que digas "gracias, pero no". No olvidemos que el costo de vida también juega un papel clave.


“Cuando se paga poco, mal o tarde, se deteriora la confianza y la motivación de quienes trabajan contigo o para ti.”


Allá por el año 1943, Abraham Maslow (1908 – 1970) psicólogo y filósofo estadounidense, impulsor de la psicología humanista, publicó el artículo “A Theory of Human Motivation”. El autor proponía una jerarquía en la forma geométrica de una pirámide clasificando las necesidades humanas en cinco niveles distintos (fisiológicas, seguridad y protección, afiliación y afecto, reconocimiento y estima, autorealización.)


Maslow afirmaba que para la persona es importante alcanzar o satisfacer en primer lugar las de un nivel inferior para poder focalizarse en las del nivel superior, pero también ya sostenía con mucho acierto que las necesidades no son fijas y tampoco son universales, es decir el orden o la jerarquía puede no ser la misma para todas las personas.


¿Qué puede influir en ello?

Las necesidades pueden variar según las circunstancias y el contexto individual. Es evidente que el macroentorno socioeconómico marca definitivamente la diferencia, muy especialmente en las necesidades fisiológicas (alimento, agua, refugio, descanso) y en las necesidades de seguridad (protección, estabilidad, orden), lamentablemente las diferencias sociales siguen produciéndose y queda mucho camino por recorrer. Por otro lado, una no tan lejana pandemia y una constante y creciente inestabilidad global dan un nuevo sentido a la necesidad de seguridad.


Pero ¿Qué ocurre cuando están cubiertas las necesidades más esenciales o básicas? La jerarquía ha experimentado un cambio significativo en el orden o más bien en la redefinición de algunos conceptos.


Quizás las necesidades no pueden representarse ya en una forma geométrica, pirámides, hexágonos, cubos o poliedros ya no representan la forma en que funcionamos cada uno de nosotros ni a la sociedad en su conjunto. Quizás de lo que se trata, es de representar las necesidades en una estructura arbórea. Las conexiones entre las ramas y subramas podrían mostrar cómo las prioridades pueden influirse mutuamente. Representaría la forma natural de cómo piensa nuestro cerebro “el pensamiento irradiante.”


La realidad es que el cambio afecta de lleno a la sociedad y por supuesto a la forma en que las empresas atraen y retienen talento. Las organizaciones con propósito, éticas, con impacto social positivo, las que promueven valores que se alinean con el bienestar social y ambiental se convertirán en tendencia, serán las más competitivas.


En la actualidad, un elemento común es que las personas priorizan uno de los recursos más valiosos “el tiempo”. Buscamos el equilibrio valorando cada vez más la armonía entre el trabajo y la vida personal. Si un trabajo demanda demasiado tiempo o esfuerzo haciendo que deba sacrificarse la vida personal o familiar, es probable que sea rechazado, “no es por no ir”, o peor aún, que se acepte porque no quede otro remedio, con las consecuencias que esto conlleva, “si hay que ir, se va…” Es curioso que tras muchas lecturas y otras tantas conversaciones, está es una filosofía en la que coinciden diferentes generaciones que actualmente conviven en el mercado laboral.


Por otro lado, también han experimentado un cambio significativo las necesidades de reconocimiento y estima y la de autorrealización. Donde no se me reconoce de forma auténtica o donde no puedo crecer y aprender, no quiero estar.


Una transformación en el pensamiento que parece no tener vuelta atrás y que también demanda un nuevo estilo de liderazgo.


Si meditamos sobre la nueva forma de liderar las organizaciones, el nuevo liderazgo no difiere en las competencias base sobre las que siempre reflexionamos y escribimos, pero si precisará personas que destaquen muy especialmente por liderar desde la empatía y la inteligencia emocional. Un liderazgo adaptativo, más compartido, colaborativo, repartido y transversal. Un liderazgo con propósito y compromiso real que contribuya de forma activa en crear culturas organizativas que contemplen diversos elementos clave: ética y compromiso con la sociedad y el medioambiente, seguridad y estabilidad, salud y bienestar. Culturas de reconocimiento autentico, organizaciones que valoren la diversidad y la singularidad de cada individuo sin perder de vista la importancia de mantener cohesionado al conjunto.


Y es que parece que existe otra percepción del concepto éxito. Emulando a Maslow, seremos cautos y no generalizaremos, no podemos decir que es una percepción universal, pero parece que el éxito ahora se valora no solo en términos económicos o de estatus. Quizás el éxito no es lo que era, quizás ahora éxito es poder disfrutar de lo que haces, navegar por climas laborales sanos y disponer de tiempo de calidad para usar contigo y con los tuyos.


 


 
 
 

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