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Construir hábitos: Foco, tiempo, persistencia, apoyo y recompensa.

Adoptar hábitos es clave para una óptima gestión del tiempo tanto en el entorno laboral, como en el personal. Automatizar acciones puede ayudarnos a liberar nuestro disco duro y así poder administrar y concentrar nuestra energía física y mental en tareas de mayor importancia, complejidad, o que requieran mayor concentración. La planificación, la organización y la adquisición de hábitos y rutinas pueden facilitarnos la gestión de las inevitables incidencias externas que en ocasiones están fuera de nuestro inmediato control y que, aunque varían en función del sector o del rol, pueden representar entre un 20 y un 30% de una jornada laboral.


Por otro lado, puede reportarnos algo indispensable, tiempo de calidad para poder dedicar a lo que cada persona decida: autocuidado, familia, amigos, aficiones, descanso, o incluso a aburrirse, un tiempo también necesario para el autoconocimiento, la reflexión, o para estimular la creatividad, ¿Han probado a aburrirse? Pues no está nada mal.


Foco y persistencia


Para adquirir nuevos hábitos, necesitamos en primer lugar reflexionar si queremos cambiar la forma de planificar y organizar nuestros días, sin este primer paso de toma de autoconciencia no podemos plantear lo posterior.


Antes que pensar en el cómo, es muy importante encontrar el porqué, hallar el principal motivo para establecer y mantener hábitos que puedan ayudarnos a vivir un entorno profesional favorable y saludable. Una vez sensibilizados, poner el foco en aquellos microobjetivos que queremos alcanzar y en los pasos pequeños que nos ayudaran a conseguirlos. Existen una gran diversidad de técnicas y herramientas para ayudarnos en el proceso.


Automatizar un hábito precisa regularidad y repetición, por lo tanto, paciencia y persistencia, es decir continuar con el esfuerzo o acción de forma constante, para mantener a corto, medio y largo plazo los logros esperados.


Adquirir rutinas requiere conciencia, foco, persistencia, pero también tiempo, apoyo y recompensa, de esto nos puede servir como símil el proceso de cualquier actividad deportiva.


El tiempo


El tiempo y la formación de hábitos han sido relacionados con la teoría de los 21 días, difundida por el Dr. Maxwell Maltz, cirujano plástico (1960) basándose en el comportamiento de sus pacientes ante sus nuevas apariencias. Fue también popularizada por una conocida marca en su campaña de publicidad. Esta afirmación ha sido cuestionada por investigaciones más contemporáneas, como el llevado a cabo en la Universidad College de Londres (2009), liderado por la Dra. Philippa Lally. El estudio indica que se requieren alrededor de 66 días para internalizar un nuevo comportamiento de manera automática. La duración precisa puede fluctuar dependiendo de la persona y la complejidad del hábito, lo que subraya que el tiempo no constituye el único factor determinante en el proceso.


El apoyo


Necesitaremos buscar y encontrar automotivación y apoyo, por lo que puede ser muy interesante tejer redes de apoyo colectivo fomentando el sentido de comunidad, de eso saben y mucho las personas que se dedican al coach deportivo. Compartir objetivos, es decir, el hábito o los hábitos que queremos adquirir, y compartir estrategias. Crear un entorno comprometido con la causa, responsabilidad compartida y apoyo emocional.


Como ejemplo de co-construcción de hábitos positivos colectivos en la práctica pueden ser: contruir hábitos para el correcto uso del correo electrónico corporativo, reuniones semanales cortas y eficientes, ordenar de forma consensuada espacios físicos o virtuales de información, evitar interrupciones innecesarias, actividades de team building sistemáticas, buen uso de herramientas corporativas para seguimiento de proyectos...


La recompensa


Desde la autorecompensa a la recompensa, el refuerzo positivo y la motivación intrínseca o extrínseca, tienen un impacto muy efectivo en el mantenimiento y consolidación de los hábitos. En cuanto a la forma de compensación tangible o intangible, puede ser tan variada como personas existen en el mundo.


Los beneficios


  • Establecer hábitos y rutinas se traduce en seguridad, sensación de control y optimización del tiempo.

  • Las incidencias o imprevistos tendrán un menor impacto y generarán una menor distorsión de nuestra jornada.

  • Nos hace más productivos ya que destinamos nuestros recursos cognitivos y nuestra energía a actividades de mayor complejidad.

  • Mejor toma de decisiones. Si nuestro cerebro tiene determinadas actividades automatizadas, nos queda tiempo para pensar.

  • Genera satisfacción, ya que observar cómo cumplimos y progresamos con las tareas planificadas, “cerrar carpetas”, tiene impacto en nuestra motivación. Reduce el estrés que genera la sensación de “estar apagando fuegos constantemente.”

  • Ayudan a equilibrar la vida profesional con la personal. Por ello también es importante implantar hábitos colectivos.


“Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, sinó un habito.” Aristóteles

 
 
 

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